Wednesday, December 06, 2006

Fábula del destino

Estabas en el sitio equivocado,
por eso me conociste.

Ayer humo,
hoy rosas
y pasado telarañas...

...y al otro ya veremos que se salva.

Escurriendo una mirada.
O un roce de manos.
O una frase robada al aire.

...y seguirán mis sentidos
excavando en la fosa de los vivos.



Pisabas flores, yo leía esquelas.
El resto echaban pan a los patos.

Era irremediable conocernos.
Era indestructible nuestro encanto.
Era incontestable mi silencio.
Era inteligible tu misterio.
Éramos dos santos en la luna.

Y la luna nos miraba confundida.

... y seguirán tus sentidos
bailando en el áurea ilusoria del delirio.



Me gusta andar por el desorden que yo creo
y recuperar trozos de pasado
en páginas olvidadas.
Te oigo cantar alegre y nerviosa,
llevas toda la mañana indecorando el pasillo
sin dejarme verlo “hasta que acabes”.
No se con qué, ni cómo, ni si me gustará
Pero... siempre, ¡siempre me sorprendes!


Estaba en el sitio equivocado,
por eso te conocí.
¡Equivocarse es el mayor acierto del hombre!

2 Comments:

Blogger mmm said...

...me equivoqué!!!...

10:13 AM  
Blogger mmm said...

...es de A.Rimbaud...seguro que ya lo habías leído...pero al verlo me he acordado de ti...y he tropezado...



En la horca negra bailan, amable manco,
bailan los paladines,
los descarnados danzarines del diablo;
danzan que danzan sin fin
los esqueletos de Saladín.

¡Monseñor Belzebú tira de la corbata
de sus títeres negros, que al cielo gesticulan,
y al darles en la frente un buen zapatillazo
les obliga a bailar ritmos de Villancico!

Sorprendidos, los títeres, juntan sus brazos gráciles:
como un órgano negro, los pechos horadados ,
que antaño damiselas gentiles abrazaban,
se rozan y entrechocan, en espantoso amor.

¡Hurra!, alegres danzantes que perdisteis la panza ,
trenzad vuestras cabriolas pues el tablao es amplio,
¡Que no sepan, por Dios, si es danza o es batalla!
¡Furioso, Belzebú rasga sus violines!

¡Rudos talones; nunca su sandalia se gasta!
Todos se han despojado de su sayo de piel:
lo que queda no asusta y se ve sin escándalo.
En sus cráneos, la nieve ha puesto un blanco gorro.

El cuervo es la cimera de estas cabezas rotas;
cuelga un jirón de carne de su flaca barbilla:
parecen, cuando giran en sombrías refriegas,
rígidos paladines, con bardas de cartón.

¡Hurra!, ¡que el cierzo azuza en el vals de los huesos!
¡y la horca negra muge cual órgano de hierro!
y responden los lobos desde bosques morados:
rojo, en el horizonte, el cielo es un infierno...

¡Zarandéame a estos fúnebres capitanes
que desgranan, ladinos, con largos dedos rotos,
un rosario de amor por sus pálidas vértebras:
¡difuntos, que no estamos aquí en un monasterio! .

Y de pronto, en el centro de esta danza macabra
brinca hacia el cielo rojo, loco, un gran esqueleto,
llevado por el ímpetu, cual corcel se encabrita
y, al sentir en el cuello la cuerda tiesa aún,

crispa sus cortos dedos contra un fémur que cruje
con gritos que recuerdan atroces carcajadas,
y, como un saltimbanqui se agita en su caseta,
vuelve a iniciar su baile al son de la osamenta.

En la horca negra bailan, amable manco,
bailan los paladines,
los descarnados danzarines del diablo;
danzan que danzan sin fin
los esqueletos de Saladín.

11:17 AM  

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