Friday, December 08, 2006

CARNE

Las montañas se mueven,
mis pensamientos crujen el cráneo
inundado de margaritas
dibujadas por el Pollock más inquieto.
Los sueños se devoran entre sí
en un amanecer de náuseas.
Tantas noches te he observado
desorbitado
por la constelación de tus caderas.
Te hubiera pedido la mano
aunque sólo fuera un tortazo
en mi cara
pero te seguí soñando
como un patito feo nada
hasta una gata en celo.
Respiré por donde andabas
y el aire me susurró perfección
y el aroma me perdió.
Te perdono por ser tan deseable
pero tú perdóname por desearte.
Las ideas van y vienen
y mi cabeza se agrieta
eyaculando neuronas precoces
y lubricando mis sienes
del sudor más asustado y delirante.
Tu espalda llega a un punto
en que mis ojos se pierden,
date la vuelta y camina
que yo beberé el whisky
de la jactación.


En lo absurdo del destino
anoche nos presentaron,
te di dos besos y rogué al cielo
que el mundo se estuviera quieto
en ese instante en el tiempo.
Amé vivir dos segundos,
seguí odiando los próximos.
Cenicero, perdóneme,
me fumé hasta las arrugas de los labios
y el pellejo de mis dedos.
Y que me disculpe el vaso,
me bebí la borrachera
de mis próximos diez años.
¡Que me vistan de negro
y me corten en fracciones diminutas
y me metan en sarcófagos de mármol
y me lancen al espacio!
de donde viene la insaciable idea
del corrosivo deseo
y del sediento lamento
por el perpetuo fracaso.
Donde vaya ella
se oirá el sonido de mi cruz.
¡Mi reino,
mi dignidad,
mi cordura,
por un CULO!
Hoy pago las risas,
mañana invítenme a ella,
¡tráiganmela esposada
y serán bendecidos!
Cuando la toque se acabará el mundo
pero en ese instante
yo ya habré alcanzado el cielo.

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